Cambio en el debate sobre el aborto

Título: Riesgo del aborto provocado
Autor: David C. Reardon
Copyright by Vida Humana Internacional
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El aborto en los Estados Unidos y a través del mundo, fue legalizado utilizando dos mentiras básicas. La primera es que el aborto solamente destruye «un puñado de células» sin importancia, que no se trata de una vida humana y mucho menos de un bebé.

Durante las dos últimas décadas el movimiento pro vida ha concentrado sus esfuerzos en desacreditar esta primera mentira. Millones de dólares se han empleado en campañas de anuncios, libros, folletos y películas como la excelente cinta El Grito Silencioso, para educar al público acerca de la humanidad del no nacido.

Estos esfuerzos por educar han logrado un gran éxito. Las encuestas de opiniones del público muestran que un 65% o más, piensa que el aborto va en contra de la moral, aunque muchos en este grupo creen que debería ser legal. Los estudios muestran que hasta entre las mujeres que se practican abortos, aproximadamente el 70% de ellas creen que el aborto es inmoral o es, por lo menos, un comportamiento «erróneo». Estas mujeres se practican abortos porque creen que no tienen otra alternativa.

No es de sorprenderse que los que se muestran a favor del aborto evitan el debate público acerca de la humanidad del feto, o sea sobre si el feto es o no es una persona. Ellos conocen la verdad al igual que todo el mundo. Por lo tanto, en su gran mayoría, han abandonado la primera mentira por otra muy aclamada: «las necesidades y los derechos de la mujer son más importantes que los del feto.»

Hay una lección importante que debemos aprender de esto. Aunque los esfuerzos por mostrar que el feto es un ser humano, pueden motivar a quienes están en favor de la vida, estos esfuerzos no tendrán ningún efecto en aquellos que apoyan el aborto. Estas personas han endurecido sus corazones en lo que concierne al «feto». Admiten que quizás sea un ser, pero piensan que es menos importante que la mujer y ahí termina la discusión; nada de lo que les digamos los hará cambiar de opinión.

Su interés se dirige solamente a la mujer. Por lo tanto, la única forma de llegar a ellos es que nosotros también, volvamos nuestra atención hacia la mujer. Esto es algo absolutamente crítico que deben entender las personas pro vida. Debemos cambiar el debate sobre el aborto, de modo que podamos discutir con nuestros oponentes en su propio territorio, es decir, sobre los intereses de las mujeres.

Para esto, debemos comenzar a concentrar nuestros esfuerzos en exponer la segunda mentira que hay detrás del aborto legal. Esa mentira, que es la clave para la legalización del aborto es: «El aborto ayuda a las mujeres». Esta es la mentira que seduce a las personas para que acepten el aborto y debemos denunciarla.

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El aborto y la feminización de la pobreza

Quienes abogan en favor del aborto dicen que el derecho a abortar un embarazo no querido da poderío a la mujer. Ellos ven a los niños como la causa de la pérdida de las oportunidades de recibir una educación o triunfar en una carrera. El aborto, dicen ellos, les permite a las mujeres controlar sus vidas, alcanzar sus sueños y por último, mejorar su posición socio-económica.

Este argumento pre-supone que el nacimiento de un bebé no planeado tiene un efecto negativo en la vida de la mujeres, y que el aborto tiene un efecto positivo, o al menos neutral. La evidencia obtenida recientemente muestra lo contrario.

Hace poco Thomas Strahan publicó un análisis de más de 26 estudios, relacionados con el impacto del aborto en la posición socio-económica de las mujeres.1 Estos estudios muestran lo siguiente:

Las mujeres que se han practicado abortos corren mayores riesgos de presentar problemas emocionales y psicológicos que interfieren con las oportunidades de trabajo.

Las mujeres que han abortado tienen más probabilidades de abusar de las drogas y del alcohol, con frecuencia para aminorar los sentimientos negativos que surgen a causa del aborto. Esto a su vez, afectará su habilidad para trabajar o relacionarse bien con los demás.

Las mujeres que se han practicado un aborto tienen más probabilidades de volver a hacerse más abortos, cuando quedan embarazadas nuevamente. Cerca del 50% de los abortos que se llevan a cabo, son practicados en mujeres que ya se han hecho otros abortos. Estos abortos repetidos no representan «clientes satisfechas». Por el contrario, las mujeres que sufren del síndrome postaborto, buscan reemplazar el bebé que abortaron pero se ven enfrentadas a las mismas presiones sociales que las llevaron a practicarse el aborto la primera vez. (Existe evidencia también de que algunas mujeres se someten a abortos repetidas veces como un acto de auto-castigo.)

En comparación con sus contemporáneas, las adolescentes que se han practicado un aborto son cuatro veces más susceptibles a practicarse otro más. Casi el 20% de las adolescentes que se practican un aborto se hacen otro en menos de un año, y el 38% se practica un aborto dentro de los 5 años siguientes.

Las mujeres que se han hecho abortos requieren después la ayuda del Seguro Social y las probabilidades de continuar necesitando esta ayuda aumentan a medida que se hacen más abortos.

Las mujeres que se practican abortos repetidas veces, suelen tener más problemas de salud, incluyendo problemas psicológicos, lo cual aumenta la probabilidad de que requieran asistencia pública.

Las mujeres que se han hecho abortos repetidas veces tienen más dificultad en establecer relaciones permanentes con un compañero del sexo opuesto. Tienen más posibilidades de no volverse a casar, de divorciarse, o de tener un sin número de diferentes relaciones que fracasan. Esta incapacidad de formar un «núcleo familiar» reduce las entradas económicas y aumenta la probabilidad de que la mujer y sus hijos necesiten asistencia pública.

Las mujeres que se han practicado abortos repetidas veces, tienen más deseos de tener hijos y es más probable que lleven a término uno o dos embarazos más para reemplazar los que perdieron. Esto quiere decir que las que abortan repetidas veces terminan por ser madres solteras, exactamente lo mismo que querían evitar cuando se hicieron el primer aborto.

Estos estudios llevaron a Strahan a la conclusión de que «la práctica repetida del aborto parece llevar no a la prosperidad económica o el bienestar social, sino a un aumento de la pobreza femenina.»

En vista de las evidencias, es difícil creer que el aborto ha servido para dar poderío a la mujer. No las ha hecho ni más ricas, ni más felices ni más prósperas. El aborto tampoco libera a la mujer.

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¿Libertad o presión?

Los estudios recientes de mujeres que sufren el trauma del síndrome postaborto, revelan que la mayoría de estas mujeres se sometieron a abortos que no querían practicarse. Una encuesta de 252 mujeres que han abortado mostró que el 53% se sintió «forzada» a someterse al aborto por otras personas, y solamente el 33% se sintió «libre» para hacer su propia decisión. A la inversa, el 83% de las mujeres dijeron que hubieran tenido el bebé si hubieran sido estimuladas a hacerlo por una o más personas significativas en sus vidas, tales como sus padres, su novio o su esposo.2

Está claro que el apoyo de los seres queridos es crucial para que una mujer pueda llevar a término su embarazo y tener su bebé. Veamos por ejemplo, el testimonio de Susan T. de Vermont: «Después que quedé embarazada, mi familia no apoyó mi decisión de quedarme con mi bebé. Mi novio me dijo que no me proporcionaría ayuda emocional o económica de ninguna clase. Todas las personas que quería, me dijeron que abortara. Cuando les dije que no deseaba hacerlo, comenzaron a enumerar las razones por las cuales debía abortar. ‘Iría en detrimento de tu carrera y tu salud. No podrás hacer vida social, no tendrás futuro con los hombres, me dijeron’.»

«Finalmente les dije a todos que me haría el aborto solamente por quitármelos de encima, pero en realidad yo no quería hacerme un aborto. Desafortunadamente, cuando llegó el día de hacérmelo, pasé por alto todos los sentimientos que llevaba por dentro. Tenía miedo de no practicarme el aborto debido a la forma en que pensaban mi familia y mi novio. Me sentí muy sola con mis sentimientos…»3

Después esta joven sufrió intensos sentimientos de culpabilidad y dolor. Sintió que se había traicionado a sí misma y a su hijo. Por un tiempo tuvo pensamientos suicidas, y más tarde trató de quedar embarazada nuevamente.

Los investigadores reportan que entre un 30 y un 60% de las mujeres que están pensando en hacerse un aborto, expresan un deseo de quedarse con su hijo. Estas mujeres abortan principalmente para satisfacer las necesidades de otros. A menudo piensan que deben escoger entre su amor por el bebé por nacer y su amor por su novio o sus padres.

Cuando entran a la clínica de abortos, algunas mujeres están aún esperando algún «milagro», que les permita quedarse con su bebé. Muchas le dicen al consejero que ellas preferirían mejor tener su bebé. Cuando se encuentran con una cliente que tiene sentimientos ambivalentes, la consejera de una clínica de abortos Betty Orr, le dice: «yo le pregunto que quién va a cuidar de su bebé mientras ella está en el colegio y dónde va a obtener el dinero para comprarle ropa.» Otras consejeras dicen abruptamente a la mujer que se olviden de las fantasías maternales y sean «realistas».4

Confrontadas con este antagonismo en su hogar y por parte de los consejeros del «cuidado de la salud», ¿no es comprensible que las mujeres cedan ante las presiones a favor del aborto? En muchos casos, tal vez en la mayoría de ellos, la legalización del aborto no ha aumentado la autonomía de las mujeres para hacer su propia decisión. En su lugar, esta «libertad» está siendo explotada por otros para seducir, presionar o coaccionar a las mujeres a aceptar los abortos que no desean practicarse, por su «propio bien».

¿Hay algún legislador en favor del derecho a abortar dispuesto a apoyar la aprobación de regulaciones para detener este abuso hacia las mujeres? ¿No es hora ya, de que se obligue mediante leyes a las clínicas de aborto para que durante la entrevista a las pacientas se aseguren de que éstas no están siendo coaccionadas?

Nota: Este artículo titulado «Changing the Abortion Debate» fue tomado del boletín HLI REPORTS, Vol. 11, No.2, febrero de 1993. David C. Reardon, graduado Summa cum Laude de la Unmiversidad de Illinois, ha estudiado a fondo la experiencia del aborto y sus efectos en las mujeres, lo cual ha reportado en su libro Aborted Women Silent No More. Ha escrito varios libros y ha sido invitado a un número de conferencias para hablar sobre este tópico.

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CITAS:

1. T. Strahan, «Women Increasingly Receive Public Assistance as Abortion is Repeated», boletín de la organización Association for Interdisciplinary Research in Values and Social Change, 4/2, Verano de 1991.

2. David Reardon, Aborted Women, Silent No More (Chicago,: Crossway, 1987), p.11.

3. Reardon, p.31.

4. Ibid, p.252.

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